Había juegos originales para los niños, y parecían juegos de antaño, muy originales. Te ofrecían buen vino y tapeos gratuitamente, estos gallegos son la leche, te dan todo a cambio de nada, muy generosos.
Estaba repleto de puestos de todo tipo y no encontraba a los franceses para fotografiarme con ellos. Cuando me cansé de comer y beber, fui a dar una vuelta por la calle Príncipe, una calle muy concurrida de la ciudad y repleta de comercios, me tome un café y me salió el día redondo. Al final el día se puso bueno y lo aproveché para pasear. Para inmortalizar esos momentos, que mejor que mostraros las siguientes imágenes, chao amigos.
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