Los "nuevos pobres" surgidos con la crisis abarrotan los comedores sociales de Vigo.
La crisis también afecta a las familias con vivienda y automóvil. El último balance hablaba de trescientas, pero actualmente medio millar de personas acuden cada día a alguno de los comedores sociales de la ciudad, y la cifra no deja de crecer desde primavera. El repentino cambio de ciclo económico sacude con virulencia a los más desfavorecidos, pero se está dejando notar también en familias de clase media, donde alguno de los progenitores se ha quedado recientemente sin trabajo o tiene un empleo mal remunerado y, tras pagar el piso y las facturas, no llegan a final de mes. Los expertos los han denominado "nuevos pobres" y tras este enunciado se esconden ya decenas de vigueses que por primera vez han tenido que pedir ayuda a colectivos de beneficencia.
Al margen de los "habituales" de este tipo de instituciones -pensionistas, indigentes o enfermos-, desde hace meses no es extraño ver haciendo cola a la una y media en los comedores del Berbés, Teis o Manuel de Castro a personas "relativamente jóvenes, bien vestidas, que tienen vivienda fija pero a las que el sueldo no les da para comer", apuntan desde Sal de la Tierra, asociación que gestiona el último de estos comedores.
Allí sirven cada día entre 30 y 35 comidas diarias y en sus mesas se puede comprobar el cambio de perfil de los usuarios. Entre ellos figuran ya una decena de personas "con trabajos mal pagados que antes llegaban apretados a final de mes pero a los que ahora no les salen las cuentas", explica una de las voluntarias del inmueble, donde el doble turno de comida ya no es una excepción .
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La crisis también afecta a las familias con vivienda y automóvil. El último balance hablaba de trescientas, pero actualmente medio millar de personas acuden cada día a alguno de los comedores sociales de la ciudad, y la cifra no deja de crecer desde primavera. El repentino cambio de ciclo económico sacude con virulencia a los más desfavorecidos, pero se está dejando notar también en familias de clase media, donde alguno de los progenitores se ha quedado recientemente sin trabajo o tiene un empleo mal remunerado y, tras pagar el piso y las facturas, no llegan a final de mes. Los expertos los han denominado "nuevos pobres" y tras este enunciado se esconden ya decenas de vigueses que por primera vez han tenido que pedir ayuda a colectivos de beneficencia.
Al margen de los "habituales" de este tipo de instituciones -pensionistas, indigentes o enfermos-, desde hace meses no es extraño ver haciendo cola a la una y media en los comedores del Berbés, Teis o Manuel de Castro a personas "relativamente jóvenes, bien vestidas, que tienen vivienda fija pero a las que el sueldo no les da para comer", apuntan desde Sal de la Tierra, asociación que gestiona el último de estos comedores.
Allí sirven cada día entre 30 y 35 comidas diarias y en sus mesas se puede comprobar el cambio de perfil de los usuarios. Entre ellos figuran ya una decena de personas "con trabajos mal pagados que antes llegaban apretados a final de mes pero a los que ahora no les salen las cuentas", explica una de las voluntarias del inmueble, donde el doble turno de comida ya no es una excepción .
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